Todos los que somos padres, en algún momento, hemos perdido los nervios ante el comportamiento de nuestros hijos y hemos acabado gritándoles. Y aunque es cierto que gritar ayuda a liberar la tensión en aquellas ocasiones en las que los pequeños consiguen llevarnos al límite, también es cierto que gritando no conseguimos educar ni dar el mejor ejemplo a nuestros hijos.
Los gritos son la demostración de que hay algo en la relación con ellos que debemos mejorar y, por tanto, debemos buscar otras técnicas que nos ayuden a afrontar estas situaciones en las que nos sentimos desbordados. Pero ¿cuáles pueden ser esas técnicas? ¿Has oído hablar del Rinoceronte Naranja?
La creadora de esta técnica es una mujer estadounidense madre de cuatro hijos de entre 2 y 6 años de edad y que harta de gritar a sus hijos cuando no sabía cómo abordar los problemas, decidió buscar una solución.
Para ello creo un blog, “The Orange Rhino Challenge” con el objetivo de compartir con otros padres su experiencia. Tenía un reto por delante: no gritar a sus hijos durante 365 días. Y lo consiguió. ¿Queréis saber cómo?
- Antes de comenzar el desafío, lo primero es aceptar que la relación con tu hijo necesita un cambio y poner el empeño y las ganas para conseguirlo.
- Proponte un objetivo realista. Para comenzar, proponte no gritar a tu hijo durante una semana, un mes; luego puedes ir creando y aumentando los desafíos poco a poco.
- Haz partícipe a tu entorno. Coméntalo con tu pareja, con tus padres, amigos, es una forma de asumir que comienzas el desafío y sentirte un poco en la ‘obligación’ de cumplirlo y de no desistir en aquellos momentos en los que te sientas desbordado.
- Sé consciente de que solo son niños. A veces, tener en cuenta esta idea puede ayudarte a no ponerte a su altura cuando aumente la tensión.
- Ten cerca siempre algo de color naranja, cualquier objeto o prenda es útil para recordarte que debes cumplir el reto y armarte de paciencia. La autora de este método escogió este nombre por ser el rinoceronte un animal con la piel gruesa y dura, que les protege como una coraza, y el naranja, por ser un color cálido, enérgico y vital.
- Cuando comience el conflicto y antes de llegar a gritar, es recomendable intentar evadirse de la situación alejándose por un momento del escenario, contar hasta 100 antes de decir algo de lo que después puedas arrepentirte, respirar profundamente e incluso escuchar algo de música.
- Además, la autora habla de otras técnicas que, aunque puedan parecerte raras, llevadas a la práctica dan buenos resultados. Estas son, correr por la casa para liberar endorfinas, hablarles con voz de robot o de dibujo, por ejemplo, para provocar su risa; bailar, cantar o comer algún alimento duro para eliminar el estrés del momento.
- Reflexiona sobre qué situación ha desencadenado los gritos, apúntala y tenlas muy presentes para, en el futuro, anticiparte a las ocasiones e intentar evitarlas.
- Ten claro su lema y repítelo siempre que sea necesario: "No puedo controlar siempre las acciones de mis hijos, pero puedo controlar siempre mi reacción".
Tanto si consigues realizar el reto como si no, lo importante es que, si en alguna ocasión acabas gritándole a tus hijos, no te culpes demasiado, busques una solución y les pidas perdón. Así, también les estarás enseñando que cada uno somos responsable de nuestros actos y somos capaces de aceptar nuestros errores. Los niños necesitan el ejemplo y el amor incondicional de las personas que más los quieres: sus padres.
Joana Casas
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